La cinematografía de Paisajes Silentes respeta la continuidad de la mirada del residente
quien, agradecido, lo contempla.
El paisaje natural le trasmite vitalidad, respira con él en cada movimiento,
ilumina sus ideas, le amplía horizontes a nuevas formas de percepción
y de pensamiento.
Estos paisajes proporcionan ideas y reflexión,
símbolos para interpretar y modelos para expresarse.
Al contemplarlos, el residente halla estímulo a sus neuronas,
relajación de la mente y oportunidad de encontrarse consigo mismo
en un espacio amable.
En definitiva, contemplar estos Paisajes Silentes
resulta ser un ejercicio de higiene mental y emocional.