No solo nos alimenta lo que comemos,
también nos nutre lo que sentimos y pensamos.
Las secuencias de estos paisajes
conectan al residente con el presente de la Naturaleza.
Y le aportan con ello una grata sensación de integración y pertenencia,
serenidad interior, y oportunidades para la expansión del ánimo
y la expresión emocional.
Necesidades de la persona, más aún en la vejez
por la cantidad de duelos acumulados,
tan básicas como la alimentación y la higiene corporal.
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