Quienes en nuestro trabajo y en
nuestras vidas solemos estar con personas ancianas, podemos observar y aprender del reflejo que nos devuelven
con su actitud ante nosotros.
Y me refiero
al trato personal, conectar con la intimidad de la persona y saber,
con consciencia profesional, que la construcción emocional de ese
momento surge de las personas, de su intención y voluntad, y que somos las personas, con nuestra
carga emocional y nuestra determinación inteligente puesta en acción, quienes podemos mejorar, o no, ese presente compartido. Un presente -tóxico o nutriente- en la vida propia y en la de quien, por su necesidad de nuestra asistencia, inevitablemente se ve involucrado.
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